Curaduría realizada en noviembre del 2007, Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega, Lima.
Un mundo comprimido.
Sensaciones fugaces, a veces táctiles, escenas ópticas, relámpagos de niebla. Silogismos de ilusión. Un diálogo que inicia el silencioso devenir entre el que mira y el que emprende un viaje. Doce fotos elegidas entre miles de kilómetros a lo largo de seis días. Propuestas para recordar otras formas ya soñadas.
El viento como figura principal de un abecedario a punto de materializarse. Misteriosa proliferación de pinceles robados a quinquenios inventados.
La fugacidad del instante atrapado, circunscripto a un cuadrado que comprime la imagen para acomodarla al destino. Fin que no es el final de viaje sino el viaje en sí mismo.
La carretera tiene personatio, nos observa furtivamente, hace fábulas que se infieren si la imagen permanece quieta esperando la buena luz y el laborioso despojar de signos comunes.
Una cinta que corta el desierto en dos. El fotógrafo discurre como un amante en esa división, algunas imágenes intervienen el silencio sólo para resaltarlo; una de ellas construye con los hilos telefónicos un paralelepípedo que guarda en su interior una nube copiosa. Otra foto nos cuenta que faltan 10 kilómetros para abrazar la frontera, no se llega a contacto alguno.
La carretera- su majestad- con claridad cegadora, nos obliga a jerarquizarla en su ominosa ironía.
Laura Benetti